Academia de Música

La Academia De Música

Una academia es aquella institución pedagógica que se ocupa de la enseñanza y cultivo de las bellas artes: música, pintura, escultura, teatro, danza.
Con el renacimiento de los estudios grecolatinos en el siglo XVI surgieron en Italia una serie de reuniones y tertulias conformadas por humanistas, poetas e intelectuales, congregaciones estas que fueron designadas bajo el calificativo de "academias". El termino proviene de los jardines de Academo cerca de Atenas donde solían reunirse los discípulos del filósofo griego, Platón. La mayoría de estas academias italianas concedían especial importancia a la difusión de la música, como por ejemplo, la del conde Giovanni d’ Bardi, en Florencia (1573) donde se realizaron los primeros ensayos  de un estilo representativo escénico, génesis de lo que posteriormente sería la ópera.
En Viena  y en tiempos de Beethoven se denominaba academia a un gran concierto. Es más, la sesión celebrada el  7 de mayo de 1824 donde se estrenó la Novena Sinfonía  en Re menor del genio de Bonn fue anunciada como una “gran academia”. En la Europa de entonces, ya existían prestigiosos establecimientos de enseñanza musical  que recibían la misma denominación. Quizás la más célebre y reconocida fue la Royal Academy of Music de Londres fundada en 1822 y convertida luego en importante conservatorio del estado británico.
En los tiempos actuales, una academia que se precie como tal debe estar conformada por un idóneo y especializado cuerpo de docentes titulados donde la enseñanza de las artes y de la música, generalmente se individualiza o personaliza, evitando en lo posible, metodologías masivas o grupales. Se parte del principio que toda persona descuella artísticamente en determinadas aptitudes o habilidades, más no en todas, lo que determina una didáctica y enseñanza particular, más específica y exclusiva para el alumno.
Desde el preciso momento en que el  hombre nace, emprende su educación integral. El sentido de captación y asimilación que posee durante sus primeros años de vida es trascendental y decisivo. Bien guiado e instruido a través de la música y de las artes,  el aprendiz reflejará y evidenciará  por el  resto de su vida una apreciable y estimable cultura, elementos que incidirán en la constitución de una persona íntegra forjando además, una sociedad civilizada y pacífica. Y es, precisamente en estos  centros de formación musical y artística o academias, donde el niño y el adolescente consolidan gran parte de su personalidad y modo de ser.
En culturas desarrolladas como la china, la japonesa, la europea y norteamericana surgen a menudo niños prodigios y talentos que maravillan al mundo con su virtuosismo y creatividad musical. Pero solo el trabajo personalizado, esmerado, metódico y cuidadoso de la academia logra su propósito. 
Comprobado está que el talento musical de quien lo exhibe no necesariamente es heredado.  El don para la música  es muy particular y no depende  de una información genética determinada. Equivocado es suponer entonces, que el talento va siempre ligado a una herencia familiar. Lo que sí es innegable, es que el desarrollo de las facultades y habilidades musicales se ve alentado y estimulado considerablemente cuando en la cotidianidad familiar y hogareña se implementan hábitos formativos como la lectura, la audición, la apreciación musical sumado esto, al presencial  acercamiento a conciertos y exposiciones de arte.
No es mayoría quienes deciden aprender música sin visos de profesionalizarla. Las ya tradicionales y consolidadas academias y escuelas de música de carácter privado y particular que se encuentran en el medio colombiano realizan una esmerada y reflexiva labor, siempre atentas a acrecentar el talento musical de sus estudiantes. Y por ende, el docente musical que no posea los suficientes recursos didácticos para desarrollar las diversas fragilidades motrices, rítmicas y auditivas de sus dirigidos, no encajará dentro tales centros de formación.  
Quien en función de música depende únicamente de su percepción auditiva y de su empirismo se desenvuelve dentro de un ámbito limitado. Su creatividad no se estimula; el gusto artístico y su cultura en lugar de evolucionar, se estanca y declina.
Convocar e invitar al ciudadano común y corriente a que desarrolle sus gustos y aficiones por el arte de los sonidos,  es  quizás uno de los objetivos capitales de  las academias y escuelas de música.
Toda sociedad cuya cultura carece del apoyo y del estímulo gubernativo y privado es proclive a la violencia, a la corrupción, a la injusticia. La paz, tan buscada hoy en día por muchos pueblos del mundo tiene en las bellas artes su mayor y sumo aliado. Hay paz cuando se está en función de música, cuando se crea, cuando se hace arte. Y como atinadamente afirmó en alguna ocasión el célebre novelista y dramaturgo inglés William Somesert Maugham: "solo el amor y el arte hacen tolerable la existencia".